1984 es una obra pseudo-utópica del periodista británico George Orwell en la que se narra la historia de Winston, un hombre que hace vida en un mundo gobernado por un aparato político omnipresente denominado «Gran Hermano» que vigila incansablemente a sus habitantes y que se reconoce como dueño del pasado, del presente y del futuro. La obra mantiene una constante presión psicológica y física para mantener a la población sumisa al Gran Hermano.
El propósito de 1984 es servir de ensayo novelado acerca del rumbo que podría tomar el mundo en los años venideros. George Orwell fue conocido por su activismo en las filas opositoras al imperio británico, el nazismo y estalinismo, resulta fácil de comprender que una de sus novelas más famosas fuese dirigida a proyectar los estragos que surgirían de tener éxito los sistemas totalitaristas que en su época estaban en pleno auge.
La nueva lengua
Para el Partido, resultó necesario cambiar la historia a su favor. Incluso, llegando a alterar en períodos -relativamente- cortos el curso de la misma sin provocar ninguna sublevación por parte del Prole.
Para ello recurrieron al uso del newspeak o neolengua, en su traducción al español. Con ella eliminaron todo significado de una palabra que pudiera resultar peligroso para el Partido, por ejemplo, para el partido el concepto de privacidad, sólo existiría para designar el espacio que le corresponde a una persona al momento de no ser visto por sus vecinos en su hogar, pero no se incluía en ello al Partido, quien podía observar todo lo que sucedía dentro de casa gracias a las telepantallas.
La reducción del vocabulario simboliza la reducción de las libertades, desmembrando inclusive la libertad de pensamiento al eliminar palabras como malo y simplificarla simplemente a nobueno.
Ingsoc
Es el partido único y todopoderoso liderado por el Gran Hermano, un ser omnipresente y omnipotente, que vigila sin descanso todas las acciones de los miembros del Partido.
Todos deben ser parte del partido, sólo se excluyen los Proles, que es irónicamente la mayor parte de la población pero son quienes se mantienen en la pobreza y con sus necesidades satisfechas al mínimo. Ni siquiera se les vigila, tienen libertad de pensamiento pues no poseen la inteligencia suficiente para pensar.
«Guerra es paz, libertad es esclavitud, ignorancia es fuerza».
Son los lemas del Ingsoc. Para el Partido, son las armas y la destrucción de la guerra lo que permitiría que el pueblo no se revele en contra de este, por eso la guerra es la paz. Resulta completamente inevitable realizar una comparación con aquella búsqueda de armas de destrucción masiva en un fulano país del Medio Oriente, por un país cuyo nombre aparenta ser el de todo un continente.
Que sorpresa tan desagradable se llevarían aquellos animales criados en cautiverio al descubrir que tras esas decoraciones acartonadas y esas vistas entre barrotes, existen campos gigantes que correr y cielos hermosos que surcar. El esclavo en su condición de esclavo no entiende que es esclavo hasta que sabe que se puede ser libre, la esclavitud es la libertad.
Los pueblos inconscientes de su poder están condenados a la opresión, si se ignora todas sus capacidades se ignora también su fuerza. Ciertos pueblos dormidos permiten la bota opresora de sus mandatarios actuales, desconocen la fuerza que se esconde tras esa ignorancia y por supuesto, su fortaleza.
«No se supone que 1984 fuese un manual de instrucciones.»
¿Existe aquí y ahora?
El aparataje ideológico que supone una obra tan aterradoramente posible como 1984, tiene antecedentes en la política venezolana con dictadores como Marcos Pérez Jiménez con su famosa «Policía del Pensamiento», encargada de detener a todo aquél que se figurara como contrario al régimen, semejante visiblemente al “Ministerio de la verdad”. Si no se conoce la historia se está imperativamente condenado a repetirla.
En la contemporaneidad no existe tal cosa como un análisis histórico que pueda ser aceptada universalmente, y las ciencias exactas peligran cuando el ansia de conocimiento impera en los pueblos. Actuando en concordancia con el “Ministerio del amor” gobiernos actuales se escudan bajo la tergiversación de los hechos históricos, solo se es permitido recapitular aquello que ciertos autócratas permiten recordar.
Alrededor del texto figura una exhaustiva vigilancia a través de «telepantallas», que lleva al lector a una desesperación total, pues en el contexto actual es imposible no establecer una relación directa con hechos de espionaje satelital por parte de ciertos gobernantes. La función de estos aparatos es también la de comunicar buenas nuevas acerca del Partido, cualquier semejanza con los noticieros poco realistas que día a día se emiten en cadena nacional, ha de ser mera coincidencia.
La narrativa de Orwell le permite transpolar la paranoia colectiva que inunda a los personajes del libro con respecto al Gran Hermano. Resulta inevitable que al leerse en el contexto venezolano no se recuerde a cierto ex presidente fallecido cuya presencia continua siendo menester. Establece un sistema de presión emocional, siempre vigilante, luchando contra los enemigos siempre al asecho y eterno ganador en la historia.
¿Está el destino sellado?
El estar intrínsecamente ligados al endiosamiento de los líderes políticos conlleva a una ineludible construcción de una sociedad Orwelliana, en hombros de individuos que aceptarían el “2+2=5” como una realidad ineludible si se les propusiera. La formación de autómatas que no albergarían ni un sentido de rebeldía, cubiertos por capas de uniformidad y sumisión es una realidad, sin embargo el profético George Orwell nos presenta a lo largo de sus páginas la oportunidad perfecta para cambiar el curso de la historia.
Cualquier similitud con la realidad, no es coincidencia…
Autor: Roxana Alastre
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